Estamos
viviendo un cambio de era. Ni una evolución, ni una revolución. Estamos siendo
testigos en primera persona de un antes y un después en todos
los ámbitos de nuestras vidas. El trabajo, la educación, las relaciones entre
las personas, la salud e incluso en la propia esencia de la vida. El filósofo
Zigmunt Bauman denominaba hace más de 15 años a esta época como la
"modernidad líquida", y 15 años después, vivimos los albores de algo
que será más líquido aún.
La
transformación digital, parte de la irrupción de tecnologías digitales que
provocan un profundo cambio en el contexto económico, social y geopolítico.
Contexto donde se desmaterializan por completo productos, donde se
desintermedian negocios, donde el cliente alcanza niveles de "poder"
similares a las grandes corporaciones y donde el "Manifiesto
Cluetrain" está más vigente que nunca.
Miramos este
contexto con asombro. Quizás pensamos que va a parar aquí. Sabemos que debemos
transformarnos como compañías y como individuos para lo que vemos y vivimos
hoy. Pero no. No nos engañemos. El mundo de ciencia ficción que
describía Isaac Asimov en sus libros, es mucho más real de lo que imaginamos. Investigadores
o " futurólogos" como Ray Kurzweil hablan de inteligencia artificial
y de singularidad como realidades próximas, con fechas concretas en el roadmap de
nuestras vidas.
Ante esta realidad,
la transformación digital es un camino necesario, donde más que
nunca, lo humano y las personas, son los protagonistas absolutos.
Las
organizaciones, desde la humildad, deben poner en marcha profundos cambios
culturales, para aprovechar la tecnología y adaptarse cada vez mejor a sus
clientes. Debemos comprender la importancia de la "mezcla". Una
mezcla que significa que no hay que obsesionarse por lo digital, sino
que hay que aprovechar al máximo las capacidades de todos los medios, canales y
tecnologías. Donde no hay que obsesionarse con la edad de nuestros
empleados o clientes o con la tecnología. Simplemente, hay que encontrar las
medidas exactas del equilibrio, para enriquecer la experiencia con el talento
nuevo.
Vivimos una
realidad donde las fronteras de nuestros negocios, ya no están escritas y
podemos lanzarnos a nuevos sectores y aprender a hacer las cosas de
manera diferente.
EN EL TÉRMINO MEDIO ESTÁ
LA VIRTUD, DECÍA ARISTÓTELES.
¡QUÉ SABIO Y QUÉ COMPLEJO A LA VEZ!
Además, cada
uno de nosotros, como individuos, debemos interpretar esta era como un Nuevo
Renacimiento. Donde la tecnología nos abre las puertas a un mundo
infinito, lleno de oportunidades, de conocimiento, de audiencias, para
convertirnos en plataformas mágicas, abiertas a terceros, que evolucionan,
aprenden, cambian y se integran con otros. Personas que trabajan con el poder
de la tecnología, pero con la magia del corazón y de las emociones, que por
ahora nos hacen distintos a las máquinas y en un futuro, a la inteligencia
artificial.
Un Nuevo
Renacimiento, donde combinar y mezclar la sabiduría y el conocimiento de las
máquinas, con la música, el arte, la filosofía, la ética, la creatividad, la
flexibilidad, la valentía y la sensibilidad...es posible que conformen las
fortalezas humanas de aquellos que sean "los diferentes", "los
irremplazables"...
Estad
atentos, cambiad, comenzad a caminar, pues la Transformación Digital no es más
que el primer paso del camino a un futuro fantástico que tiene mucho
más de ciencia que de ficción. Un futuro muy próximo en el que vamos a
vivir tanto nuestra generación como las generaciones de nuestras compañías, a
pesar de que procedamos de "otra era".
EN TIEMPOS DE CAMBIO, QUIENES ESTÉN ABIERTOS AL
APRENDIZAJE SE ADUEÑARÁN DEL FUTURO, MIENTRAS QUE AQUELLOS QUE CREEN SABERLO
TODO ESTARÁN BIEN EQUIPADOS PARA UN MUNDO QUE YA NO EXISTE. (ERIC HOFFER)
Mosiri Cabezas, directora de transformación digital y aceleración de
negocio de Telefónica